lunes, 20 de febrero de 2017

La caza de ballenas

La caza de ballenas consiste en la obtención de recursos a partir de cetáceos, principalmente misticetos.
La caza industrial de las ballenas comenzó en el siglo XVII. A principios del siglo XX, el uso de la tecnología y el aumento en la demanda de recursos superaron el límite sostenible por las ballenas, causando el descenso en las poblaciones de estas.

Durante el siglo XX, la población global de cetáceos descendió drásticamente.[7]

en 1948, el ballenero Balaena capturó más de tres mil ballenas. Para una nación hambrienta, la labor de buques como este fue una contribución importante a la reconstrucción: "4.500 toneladas de carne, 163.000 barriles de aceite comestible (destinado a fabricar margarina), 10.000 barriles de esperma, 170 toneladas de extracto de carne y otras 3.000 toneladas de carne para convertir en forraje para ganado".

Solamente en 1956, en una fábrica rusa, fueron procesadas más de 980 toneladas de piel de ballena para ser convertidas en suelas de zapatos.
Debido a la falta de control y regulación en la caza de ballenas se estima que durante el siglo XX trescientas sesenta mil ballenas azules murieron presa de buques balleneros. Para 1960, la población de estos seres se estimó en mil individuos.

En 1986 la Comisión Ballenera Internacional (CBI) prohibió la caza comercial, con el fin de permitir que las poblaciones de cetáceos puedan recuperarse. Sin embargo, se les permite a ciertas comunidades continuar con la cacería de subsistencia, como parte de su cultura y para fines científicos

La pesca en españa



España se puso como meta conseguir ser una potencia mundial en la obtención de recursos marítimos. La flota española conseguía grandes capturas en unos caladeros considerados libres, aunque para ello tuvieran que alejarse mucho de nuestra plataforma continental y faenar en aguas jurisdiccionales de otros países.

Hasta los años 1980 los barcos españoles faenaban en caladeros de todo el mundo, apoyados en una flota de barcos congeladores. De esta forma se proporcionaba pescado a los mercados a unos precios relativamente bajos. Esto continuó así hasta que las naciones que veían como eran reducidos sus recursos pesqueros sin ninguna compensación decidieron, en la Conferencia del Mar organizada por la ONU (Oya, 1995; Salvá, 1990) aumentar sus aguas territoriales hasta las 200 millas náuticas.

A partir de entonces a España no le quedó otro remedio que negociar con los distintos países, acuerdos convenientes para las dos partes si quería seguir pescando en esas aguas

El consumo de pescado se sitúa cerca de los 40 kg per cápita al año. España es el país del mundo donde más alimentos de origen marino consumen sus habitantes tras Japón, Noruega y Portugal, aunque las riquezas pesqueras de su plataforma continental están muy disminuidas debido a la sobrepesca. La acuicultura no cubre más que una pequeña parte de la producción total, aunque también es de notar que cada vez esa parte va siendo mayor.

En 1980, la producción pesquera de España ascendía a 1,15 millones de toneladas, distribuidas en un 75% de peces, un 20% de moluscos y un 5% de otras especies y en 2013 de un millón de toneladas, con un valor de primera venta de 2 165 millones de euros