Su influencia en Justiniano fue tan fuerte que incluso después de su muerte él trabajó para llevar la armonía entre los monofisitas y los ortodoxos en el Imperio, y cumplió su promesa de proteger su pequeña comunidad de refugiados monofisitas en el palacio Hormisdas. Teodora igualmente dio soporte político al ministerio de Jacob Baradeus, y aparentemente amistad personal también. Diehl atribuye la existencia moderna de la cristiandad jacobita a ambos.
Teodora murio de un cancer el 28 de junio de 548 con 48 años.
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